Mamaaa, tenés un hijo gae y no es mi hermano

on 3:37

Día del post: 5 de enero, 2008
Hora del post: 4:03 hs.

Me desperté hace una hora más o menos y prendí la tele. Hice zapping por los 60 canales del servicio de cable y nada me entretuvo. Con calor. Y pensando.
¿Algo debería estar preocupándome? No. Pero tengo razones para quedarme pensando un poco.


Hace unas horas atrás
Estábamos cenando. Fue un día muy caluroso, así que le dije a mamá que no se moleste en cocinar (además el calor le afecta de tal manera que se siente molesta, la pone de mal humor y no le dan ganas de hacer nada). Yo pensaba… “tengo que hablar con mamá, me propuse hacerlo en estas vacaciones y no quiero que se postergue esta oportunidad que tengo ahora que paso todo este mes con ella”.

Mirando la tele. Un canal con el resumen de las cosas mas importantes en la farándula de la televisión argentina, se veía entre todo el casamiento de Florencia de la V (famosísimo travesti) con su novio de hace 10 años. Después, también la aparición de un tipo (será menor de 30 años) que se había casado con una anciana que murió al poco tiempo y se hizo gay (la historia de Reinaldo y Adelfa). Previamente estaba mirando mamá el programa de cocina conducido por gays. Después de la cena me quedé mirando un programa llamado Adolescentes En El Horno (nunca antes lo había visto, y está muy bueno) donde se entrevistan chicos y chicas adolescentes o se los filma teniendo una conversación sobre los roles de los chicos y las chicas en distintas cosas, si les gustaría que cambie, las diferencias que existen entre los sexos, etc. (entre ellos, alguno de los entrevistados, gay también).
De repente, yo me encontraba juntando las ganas de decidirme a hablar con mi mamá sobre mi sexualidad en algún momento, y por otro lado en la televisión en ese momento había una explosión de exposición de gays. O quizás fue mi intención… pero sentía que alguien me lo estaba haciendo a propósito, y yo no sentía que eso me lo hacía más fácil.

Mamá dijo que capaz se acostaba, estaba cansada. Yo no quería que se acostara, quería quedarme charlando con ella, a ver si me animaría a sacar el tema. Me ofrecí a comprar helado. Volví. Empezamos con el helado. A oscuras, el tele, ella, el kilo de helado y yo.
- Te quería decir algo, me parece que es importante… … ¡Soy gay!
- … Ya lo sabía.
What? WTF?... me sentí desconcertado. Siempre tuve en cuenta la posibilidad de que lo supiera, pero no que me lo dijera tan crudo en respuesta a lo que yo estaba anunciando. Es como que yo junté la fuerza para decirlo de la forma más rápida escupiéndolo… y ella respondió de la misma forma. Fue como una cachetada en ese momento. Es cómico, no me lo esperaba.
- ¿Y?, ¿cómo la llevas con eso?
- Bien, mucho mejor que tiempo atrás. Pero quería que sepas que me decidí a hablar de esto no tanto por que lo tenés que saber, sino porque es mi objetivo en este verano poder abrirme con vos, con papá y con mi hermano. Nunca me preguntaste al respecto, ni de muchas otras cosas. Es cierto que tuve mi tiempo de rebeldía y no quería que me preguntaras sobre mi vida, pero esa etapa ya pasó y no quiero que sigamos manteniendo esa distancia.
La charla siguió. No me gustó mucho que mamá se desviara del tema para caer sobre el tema de la separación de mis padres (mañana se cumple un año, según me dijo), a pesar de que yo estaba encarando la charla de manera general, y no limitándome a lo de la sexualidad (aunque claro, fue el tema primordial).
- Y te digo que soy gay porque decidí no engañarme al hablar del asunto. Es decir, no estoy tampoco del todo seguro, me estoy definiendo entre eso y ser bisexual.

Le conté que de chico sufría por muchas cosas, que me sentía realmente satisfecho con mi crecimiento porque –pese a que no recibí ayuda y tampoco nunca la pedí- superé muchas problemas personales, que si ella lo supo siempre pienso que podría haberse acercado a mí a hablar del tema porque yo no me animaba a hacerlo y por eso me guardé y sufrí muchas cosas (no se las reproché, solo le dije que me parecía eso, porque yo creo que la forma en que me crió mi mamá está indiscutible porque en gran parte gracias a ella soy quien soy y me siento bien como me siento… me dijo que últimamente lo estaba viendo así en mí, que yo estoy muy tranquilo con mi forma de ser).

También le hablé de que tuve novia alguna vez. Que esa chica que había visto durante varios años de mi vida a mi lado (Daiana, y con quien más de una vez me habría molestado en que éramos novios, incluso antes de que lo fuéramos) había sido el gran amor de mi vida, como alguna vez me contó que tuvo el suyo (y no fue mi papá, sino un novio que le duró 8 años) y también que lo tuvo mi hermano en su momento.

Entre todo también me dijo que una vez estaba hablando con mi hermano sobre mí (en medio del quilombo que se armó con la separación de mis padres) y él le dijo “hay algo que vos no sabés de Alexis y que yo sí”. Pero mamá no insistió para que le dijera suponiendo que se trataba sobre mi orientación sexual (de todas formas –y me lo preguntó- yo todavía no he hablado con mi hermano).


Y así es como siento que dí el gran paso para salir del armario. Mi idea era en un principio hablarlo cuando compartiéramos una cena mis padres y yo, pero todavía eso no se dio (cosa que sé que está mal por parte de mi papá por no tomarse el tiempo, aunque sea a solas, de pasar conmigo, y ser yo quien tiene que buscar ese momento – cosa que tengo pensada hacer). Después dije que sería mejor contarle primero a mi papá, porque si bien con el tengo menos trato, sería mas fácil decirle porque no me interesaría tanto su respuesta (además de creer que le va a ser indiferente para él después de que se lo cuente, aunque mamá cree que no – pero igual hablar no va a ser fácil, porque de por sí con papá hablo de muy pocas cosas); y después hablaría con mamá, que era con quien mas me interesaba que supiera, y a quien por sobre todo le quería confiar esto que ya no era una carga en mi vida, sino el estilo de vida que había asumido tomar.

Pero ya está, y estoy contento de haberlo hecho. Le dije que cuando quiera, que me pregunte sobre el asunto, o sobre lo que quiera, que yo no voy a responderle mal, que hoy en día quiero que ella sepa más sobre mí y me conozca más todavía. Ella dice que no le gusta ser como otras madres “metidas” que observan, vigilan y controlan a sus hijos a todo momento; yo le dije que le gradezco por ser así, me encanta, pero también se siente cierta molestia porque reconozco que tiene derecho a saber de mí lo que quiera, que con gusto lo quiero compartir con ella (hoy en día mas que nunca).
(No mueran de envidia, lo sé, tengo una madre muy comprensiva).

Ya lo saben, de acá de Ciudad1, gran parte de mis amigos (creo que de los que me interesa que sepan, no me queda a quien contarle) y ahora también mi mamá (el primer familiar que sumo a esta lista de los que estoy tachando al contarles… -chan chan chan- La Verdad… jeje).

Trangulo no correspondido

on 3:43

Este post surge como complemento de los post Ignacio I e Ignacio II. Además, si bien la historia tiene su lado como protagonista a este pendejo que me ha puesto los pelos (y algo mas) de punta, está Esteban en medio de todo, que en cierta forma influye del modo en que nos relacionamos entre los tres (el grupo que antes era de los cinco, se redujo a nosotros, porque con las chicas ya no existe el trato de antes y nosotros tenemos nuestro propio "feeling").

El juego de roce que existió (y a veces ocurre todavía – eso contesta a El Humanista) es algo que disfruto mucho cuando se dá (que no es siempre que me quedo a dormir, sino cuando se da la circunstancia). Pero a veces me creo que lo hace solamente para tenerme a mí con el deseo de su cuerpito, porque no sé si a él le interesa ese rose conmigo. Todo pareciera indicar que sí, pero muchas veces parece un histeriqueo… por eso mucho no entiendo cuándo son las ocasiones que me permite que me acerque a él. Pero algo de lo que cada vez estoy mas seguro es que así como yo espero que se me dé la posibilidad de tener su cuerpo cerca del mío, él disfruta de tenerlo a Esteban cerca (el otro chico del grupo de El Barrio). Lo busca, le juega, le da vueltas, así como a mí me gusta hacer con él. Es como si fuera un juego en un triángulo no correspondido. Este triángulo no se cierra porque Esteban es imparcial a este juego, y siempre se queda mirando desde afuera.

Yo sé que Esteban se está reprimiendo muchas cosas y no se permite disfrutar de ese deseo sexual que todos sufrimos a la edad de esa plena adolescencia, pero su caso es muy particular. Pero antes, de chico, él era mas expresivo. Antes demostraba más (antes, y hablo de chico chico, como a los 6 u 8 años). Antes se le notaba más lo maricón, antes me demostraba mucho que yo le gustaba. Antes se me acercaba y quería que yo tuviera un contacto con él… pero yo solamente me hacía el estúpido. Cobarde, huía de esas situaciones que de tan chico me eran tan incómodas, y no podía enfrentar, sino –como siempre era más facil hacer- ignoraba las cosas y hacía de cuenta que no pasaba nada… como quien dice, hasta que pase la tormenta. Últimamente aprendí que de situaciones así de las que siempre escapaba pueden ser muy interesantes si uno se atreve a enfrentarlas… cosa que he aprendido a hacer, pero bueno, eso ya es otra cuestión.

A todo esto, venía que a mí me atrae Ignacio, pero a su vez Ignacio se siente atraído por Esteban. Y Esteban, quien antes se sentía atraído por mí, ahora no participa de ese juego. Por otro lado, yo estoy aprendiendo a ver a Esteban como todo un jóven con sus buenos rasgos para ameritarle. En lo que es físicamente (además de su personalidad), Ignacio y Esteban son muy diferentes. Ignacio es rubiecito, de descendencia rusa por parte del padre y se le destaca muy bien, de cuerpo delgado (y últimamente con su desarrollo, muy bien marcado). Esteban es morocho, de cabello y de piel, siempre fue delgado y ahora mas que nunca, pero tiene buen cuerpo tambien… aunque siempre lo tuvo, ese cuerpo envidiable que tienen los negros de raza. Estos son los dos. Y yo, distinto a ellos, soy de donde empieza la historia esta del triángulo no correspondido.

En respuesta a unos comentarios, sé que por Ignacio no siento nada de afecto, no puede haber amor. Tambien sé que él no lo siente por mí, porque ya me alcanza con ver que a él le atrae físicamente Esteban. Pero quitando todo este juego sin sentido, Ignacio, agrandado como es, está en su etapa de intentar demostrar toda su hombría y machismo propio de su edad y su grupo de amigos. Ahora mas que nunca se agranda y va en busca de mina que se le cruce para tranzar con ella, y ponerse de novio si le da la gana. Me han llegado rumores por parte de Esteban, quien está mas al tanto porque se ven mas seguido, que Ignacio ya debutó sexualmente. ¿Y yo?, pues celoso. Celoso cuando me entero que estuvo con una chica, celoso porque él anda en busca del otro género (aunque no sé si por propia motivación o sólo para quedar bien frente a sus amigos), desilusionado en cierta forma porque se me va toda esperanza de ese lado homosexual que yo creí que tenía y que en nombradas ocasiones compartía conmigo (algo de lo que no estoy seguro que le deseo, pero sí algo de lo que disfrutaba mucho). Por eso trato de interrumpir las novedades que me trae Esteban sobre la cuestión, cuando se entera algo nuevo de esa moda que está teniendo de agarrarse un monton de chicas. En parte tambien me desagrada porque es algo que yo nunca pude hacer, y me hubiese gustado… pero son cosas que no están en mí. Es un sinfín de cosas que me hacen querer separarme de Ignacio cuando surgen esas cosas.

Por el momento, Esteban y yo estamos compartiendo bastante. Nos vemos seguido, nos conectamos, charlamos, nos vamos de paseo… y nos aburrimos mucho. Sin el impulso necesario (ese impulso lo suele dar Ignacio cuando se encuentra presente) con Esteban me puedo aburrir demasiado, porque se pone de mal humor sin razón (o por razón desconocida) y yo ante tal caso me distancio, y respeto su actitud y sus silencios, pero es algo que puede tornarse muy tedioso. Hoy nos vimos, pero no fue así, porque hoy yo estaba divertido, estaba tonto y bromeaba de tal forma que pude animar la situacion (esa tontera es método que aprendí de lo divertido, aunque mediocre, que puede ser el aporte que dá Ignacio en cada encuentro).

Ignacio II - el motor de mis deseos

on 3:20

Pero una vez que Ignacio se estaba convirtiendo en adolescente, no había quien lo frenara. Sus hormonas tenían un ritmo muy acelerado, y su curiosidad por adentrarse en ese mundo de lujuría era motor de su interés por conocer al respecto. Mientras que los demás nunca habíamos tocado el tema y nos manteníamos insípidos en la cuestión. Por lo que él fue quien rompió con esa estructura que yo había impuesto. Y entonces se empezó a hablar del asunto levemente, se empezaron a hacer bromas al respecto, y ya no había tanta tensión cuando tocábamos el asunto.

Por otro lado, Ignacio tambien se interesaba en la pornografía. Entonces, para estar siempre en sintonía con él, juntos fuimos conociendo de a poco los métodos de tener acceso a ese contenido adulto, tan prohibido y tan deseado en edad.
No sé si fue el hecho de verlo crecer a él, de verlo como se maravillaba con esas cosas que conmigo podía ver sobre el sexo, que a mi me encantaba tenerlo cerca de mí. Y poco a poco fui viéndolo ya no solamente como el amiguito con el que jugaba todas las tardes, sino como el pendejo que tenía al lado mío y hacía que me calentara de una manera única, como hasta el día de hoy nadie lo ha conseguido de mí.

Entonces, con estos hechos yo era más conciente de mi homosexualidad. Pero no quería pensar en eso, solamente disfrutar de tenerlo cerca. Mas tarde, cuando se prestaba la situación (en raras ocasiones), mirando pornografía (siempre hetero) tomamos como costumbre acompañar aquella calentura que nos generaba el contenido adulto, con una ligera frotación de nuestras pélvis con una almohada de por medio. Yo, por supuesto, disfrutaba mucho de tenerlo tan cerca de mí, y con tanto contacto físico llenándome de deseos y placer. Pero siempre me limité a lo que él quería y permitía que pasara. Alguna vez recuerdo que cuando yo me encontraba acostado (y el encima mío, con la almohada de por medio, en ese momento de calentura) no aguanté y con la excusa de alguna jugarreta tonta le apreté la cola. Esa cola que tanto deseaba, esa cola tan bien formada que tanto me desesperaba, y que tanto le había mirado. Esa vez me animé y la toqué. Y él hizo como si no pasara nada, y continuamos en ese momento que tan bien recuerdo. Nunca más tuve oportunidad de sacarme las ganas de tocarlo ahí, tan liberalmente.

Aparte de todo, entre Ignacio y yo siempre existió el otro contacto físico: la violencia (por supuesto que en menor grado). Dicen que “los que se pelean se aman” o que “los golpes son una forma de demostrar cariño”. No quiero utilizar alguna de estas frases conocidas para justificar, sino para atribuirle cierta parte de razón (al menos en este relato). Y es que pegarle a Ignacio era mi forma de sacarme las ganas de tener contacto con él. No sé si con el mismo motivo él tambien buscaba que yo le pegara, siempre me jodía, me buscaba, no podía dejar pasar ocasión para conseguirlo. Y no siempre terminaba bien… pero cuando yo me proponía no pegarle mas porque sabía que no era forma ni buen trato, él quería hacer de cuenta que no pasaba nada, y conseguía de distintas formas que yo tenga ese contacto con él nuevamente.

En incontables ocasiones, como lo fue hace dos noches que me invitó a dormir (babaaa… jeje), el contacto físico provocaba erecciones en mí que debía esconder. Pero creo en parte, implícitamente, era sabido que a mi me daba placer al menos ese tipo de contacto fisico con él. Una vez que me quedé a dormir en su casa, por la mañana, empezó tirándome ropa desde su cama cucheta (yo dormía en un colchón sobre el suelo)… y lo dejé pasar. Pero insistió, y yo no resistí. Entonces fui a buscarlo, y así y todo en ropa interior como estábamos, empezamos con los golpes. Y entre apretones y golpes, lo tuve encima mío, nuestros cuerpos se rozaron, toqué su pelvis, le hice cosquillas… y yo solamente gozaba. En un momento él estaba debajo de la cama, y yo voy a buscarlo mientras él se reía y se preparaba en posición de defensa… y lo ví. Tenía su pene erecto (por supuesto, debajo del calsoncillo). Y terminé de comprender que él tambien sentía cierto disfrute con ese juego nuestro.
Tambien ocurrió esta vez que me quedé a dormir. Ahora él es menos vergonzoso, y no siente pudor de andar en ropa interior (boxer) frente mío, mientras que yo intento no desviar mucho mi mirada para verlo, porque me encanta. Es el cuerpito precioso que me vuelve loco, que me saca de mis estructuras y me pone como cazador para acechar por su presa.

Por otro lado sé bien que, de una manera que no puedo explicar, Ignacio consigue de mí mis mayores calenturas, una gran atracción física de mi parte, la explosión de mis mayores deseos, pero no mas allá de eso. Es decir, sé que de él no estoy enamorado, que por el no siento amor, ni que puede haber una relación amorosa de por medio (de hecho, él es heterosexual –hasta que no se demuestre lo contrario, jeje- pero mirando mas allá de eso). Por tanto, él saca de mi el lado que hace la excepción a toda regla mía. De hecho, con él es con quien tengo claramente definido en mis deseos que me encanta jugar un rol de “activo” entre los dos (más allá de que nunca tuvimos sexo, ni mucho mas de lo que estuve contando sobre lo que ha sucedido).

Ese… ese es Ignacio, el mas pequeño de “el grupo” (de los cinco, que ya no es grupo). Como ha crecido este pendejo… jaja.

Ignacio I - el mas chico del grupo

on 2:51

Ignacio es uno de los 4 amigos menores que tengo en El Barrio, donde yo viví gran parte de mi infancia y mi adolescencia. Junto con Daiana, Carla y Esteban fueron mi grupo de amigos mas importante que tuve, y que todavía sigo viendo y disfrutamos de un buen rato cuando se presta la situación. Cada uno de ellos es especial para mí con ciertas particularidades, y Ignacio no es excepción.

Es el menor del grupo (un año menos que los demás, 3 años menos que yo). Es el mas divertido, se pasa todo el tiempo hablando tonteras que te hacen reir. A veces puede ser medio insoportable, porque con él no se puede hablar enserio. Le gusta llamar la atención y estar siempre en actividad, no se puede quedar quieto.

Los otros 3 y yo vivíamos en la misma cuadra (ellos siguen viviendo allí, pero o en el 2006 me mudé). Él vive en la esquina de la cuadra de enfrente.
Cuando eramos chicos, muy pocos sabían del chico de la esquina (él). Algunos decían que los padres eran muy malos con él y no lo dejaban salir a jugar. Uno de los vecinos decía escucharlo en el patío jugando solo cantando canciones, pasando las tardes sin amigos con quien divertirse. Daiana era la única de nosotros 4 en tener contacto con él, con quien en un tiempo se juntaban a jugar (a todo esto, Ignacio tendría 5 o 6 años). Con el tiempo sentí celos de que Daiana, mi amiga incondicional con quien ya pasaba interminables tardes con ella, se tomara tanto tiempo para visitar a Ignacio. Ella decía que era un buen chico, pero que no le gustaba salir a jugar.

Un día nos juntamos un grupo importante a jugar en la calle, pero nos faltaba ella. Daiana estaba en la casa de Ignacio, y yo quería que saliera a jugar. Entonces la fuimos a buscar entre varios. Toqué la puerta y me atendió la mamá de Ignacio:
- Hola, ¿está Daiana acá?
- Si, esperáme que la llamo.
(ella aparece en el marco de la puerta de entrada)
- Hola Dai, ¿querés salir a jugar?
- Si, pero… estoy acá con Ignacio.
- Y bueno… no importa, decile que venga tambien si quiere.
- Está bien, le voy a preguntar, pero no sé si querrá.
Y esa tarde salió a jugar con nosotros. Fue rarísimo porque en un primer momento nadie lo conocía, y después se convirtió en el más entusiasta. Entre nosotros nos mirábamos y decíamos “¡qué chico raro!”. Pero bueno, nos divertimos en grupo. Y desde entonces él se unió a nosotros y comenzamos a verlo seguido. Tiempo después nos enteramos de que él no salía a la calle por vergüenza en un principio (es ilógico, porque podría decir que él es la persona con menos vergüenza que conozco –en el buen sentido-).

Despues fue de los más cariñosos. Era el mas chico del grupo y la diferencia se notaba. Pero nos manteníamos unidos. Ya eramos cinco, y estabamos constituídos.
A veces él y yo nos juntábamos a jugar. Yo iba a su casa o él a la mía. Nosotros dos, porque los demás no estában, o por cualquier otra razón. Y la pasábamos bien. Cada tanto que lo veía me daba un dibujo, porque cuando estaba solo dibujaba cosas, escribía mensajitos (frases cortas, con letras de un pendejo de primer grado de primaria) – tales dibujos todavía los conservo, con un lindo recuerdo de quién era antes Ignacio. Los padres me querían mucho. Me invitaban a comer, tambien cuando él tenía que ir a la casa de la abuela porque se aburría si estaba solo. Con el tiempo supe que la mamá de él me quería tanto que sentía que me podía cuidar como si fuera hijo suyo; lo cual tiene relación con que antes de que ellos pudieran tener a Ignacio, ella perdió varios hijos en embarazo o después de nacer, y uno de ellos (no sé si el ultimo que perdió) tendría que tener mi edad.

En cierta forma, también Ignacio fue el mas ingenuo, el mas inocente (no por eso santito) y el mas inmaduro. Las primeras dos características que mencioné cambiaron cuando alcanzó sexto grado de la primaria (11 o 12 años). En su escuela y su entorno empezó a conocer sobre sexo, con ideas básicas de cómo nacen los bebes (impulsado por la intriga de saber qué era lo que hacían los perros que “se pegaban” – osea, cuando tenían relaciones). Sobre la inmadurez… la sigue conservando, sigue siendo muy inmaduro, y eso es lo que por ahí marca la diferencia con los demás, pero ya no tanto de edad. De todas formas, ser quien es hace que sea quien pone la chispa de diversión y de entretenimiento a cada rato.

Yo, siendo el más grande del grupo de 5, siempre me mantenía en la sintonía de ellos. Además era lo que yo quería, la razón por la que me gustaba estar con ellos, y no con chicos de mi edad. Por eso al mismo tiempo trataba de ser el ejemplo. Además, de por si, mi forma de ser era de “un chico muy correcto”: era (muy) buen estudiante, me dirigía de buena manera con los chicos, compartíamos diversión sana, no decía malas palabras y no permitía que ellos las dijeran, si veía que estaban haciendo algo mal intentaba ser mediador entre los conflictos, tratar de que sepan pedir perdón y mantenernos unidos (será por eso que los padres de los cuatro siempre me quisieron tanto).

Cori