
Por otro lado, Ignacio tambien se interesaba en la pornografía. Entonces, para estar siempre en sintonía con él, juntos fuimos conociendo de a poco los métodos de tener acceso a ese contenido adulto, tan prohibido y tan deseado en edad.
No sé si fue el hecho de verlo crecer a él, de verlo como se maravillaba con esas cosas que conmigo podía ver sobre el sexo, que a mi me encantaba tenerlo cerca de mí. Y poco a poco fui viéndolo ya no solamente como el amiguito con el que jugaba todas las tardes, sino como el pendejo que tenía al lado mío y hacía que me calentara de una manera única, como hasta el día de hoy nadie lo ha conseguido de mí.
Entonces, con estos hechos yo era más conciente de mi homosexualidad. Pero no quería pensar en eso, solamente disfrutar de tenerlo cerca. Mas tarde, cuando se prestaba la situación (en raras ocasiones), mirando pornografía (siempre hetero) tomamos como costumbre acompañar aquella calentura que nos generaba el contenido adulto, con una ligera frotación de nuestras pélvis con una almohada de por medio. Yo, por supuesto, disfrutaba mucho de tenerlo tan cerca de mí, y con tanto contacto físico llenándome de deseos y placer. Pero siempre me limité a lo que él quería y permitía que pasara. Alguna vez recuerdo que cuando yo me encontraba acostado (y el encima mío, con la almohada de por medio, en ese momento de calentura) no aguanté y con la excusa de alguna jugarreta tonta le apreté la cola. Esa cola que tanto deseaba, esa cola tan bien formada que tanto me desesperaba, y que tanto le había mirado. Esa vez me animé y la toqué. Y él hizo como si no pasara nada, y continuamos en ese momento que tan bien recuerdo. Nunca más tuve oportunidad de sacarme las ganas de tocarlo ahí, tan liberalmente.

En incontables ocasiones, como lo fue hace dos noches que me invitó a dormir (babaaa… jeje), el contacto físico provocaba erecciones en mí que debía esconder. Pero creo en parte, implícitamente, era sabido que a mi me daba placer al menos ese tipo de contacto fisico con él. Una vez que me quedé a dormir en su casa, por la mañana, empezó tirándome ropa desde su cama cucheta (yo dormía en un colchón sobre el suelo)… y lo dejé pasar. Pero insistió, y yo no resistí. Entonces fui a buscarlo, y así y todo en ropa interior como estábamos, empezamos con los

Tambien ocurrió esta vez que me quedé a dormir. Ahora él es menos vergonzoso, y no siente pudor de andar en ropa interior (boxer) frente mío, mientras que yo intento no desviar mucho mi mirada para verlo, porque me encanta. Es el cuerpito precioso que me vuelve loco, que me saca de mis estructuras y me pone como cazador para acechar por su presa.
Por otro lado sé bien que, de una manera que no puedo explicar, Ignacio consigue de mí mis

Ese… ese es Ignacio, el mas pequeño de “el grupo” (de los cinco, que ya no es grupo). Como ha crecido este pendejo… jaja.
1 comentarios al respecto:
jejejeje q bien q ayas disfrutado esos momentos suerte carnal!!!
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